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El cáncer de mama no es sólo rosa
Mi mamá comenzó a sentirse mal en 2003. Los doctores nos dijeron que tenía cáncer uterino. Ella ya apenas tenía fuerzas para mantenerse de pie. Nunca hablamos sobre la enfermedad; yo intentaba darle todo mi amor, pero me hubiera gustado darle mucho más. En ese momento, empecé a entender lo que es el cáncer”, cuenta Rosa.
Después de esa experiencia, Rosa entendió que debía examinarse. Fue con un especialista quien, después de una visita, le dijo que tenía un nódulo en el pecho derecho. “Era un nódulo pequeño, pero sabía que me iba a decir que no era bueno. Me diagnosticaron adenocarcinoma infiltrado en el pecho derecho.
Rosa recuerda que después de esa consulta, caminó hasta la casa con su esposo, sin llorar, sin sentir nada. “Al llegar a mi casa, me encerré en mi habitación; me preguntaba si todo lo que había pasado era un sueño del que pudiera despertarme al día siguiente para darme cuenta de que todo estaba bien.”
Rosa fue sometida al tratamiento inicial, pero tuvo problemas para aceptarse después de eso. “No podía verme sin cabello. Tenía que recordarme a mí misma ‘tendrás momentos tristes, porque eres un ser humano, pero si lloras hoy, mañana continuarás como si nada’”.
El tratamiento terminó en 2007, cerca de la fecha de su cumpleaños, y Rosa finalmente sintió que era libre [enlace a página]. Nunca más quise volver al médico, pensando que se sentía bien, que estaba fantástica después de superar el cáncer.
Y todo estuvo bien por un tiempo. Hasta que Rosa comenzó a sentir dolor en la cadera cuando caminaba. “Inmediatamente me hice una gammagrafía ósea, y me dijeron que mi cáncer había hecho metástasis y que era muy grave.”
“Desde que me diagnosticaron cáncer de mama avanzado [enlace a página], tengo mucha más esperanza. Cuando ves cuánto ha avanzado la ciencia [enlace a página] y te ofrecen tratamientos que no tienen muchos efectos secundarios, te sientes bien y te ilusionas”, explica Rosa.
“Mi hijo mayor siempre me dice que soy su guerrera. Amo vivir, respirar y ver el cielo, y si tengo esta energía y una actitud positiva, mantendré esa disposición. Por eso, para mí, el cáncer de mama es más que rosa; es verde, azul, es de todos los colores”.